Leyendo el libro de Víctor Pérez Díaz: UNIVERSIDAD, CIUDADANOS Y NÓMADAS .-ed. Nobel, Oviedo, avalado por el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos de este año, encuentro un apartado sobre «la consolidación masiva del profesorado». Aquí habla de cómo a través de una conocida serie de decretos oficiales y trucos para beneficiar a los no numerarios, la búsqueda de los mejores profesores queda reducida a promocionar a los de la casa: los nómadas se quedarán fuera. «El dramatismo de la oposición pública desapareció –escribe– y, con él, un grado sustancial de transparencia y de selección por méritos probados, y discutidos, en público. En un contexto poco propicio a la movilidad geográfica de los profesores y con tribunales dominados por la fuerte presencia de los departamentos locales, el resultado ha sido reforzar la endogamia local: de hecho, su tasa en las universidades españolas es desmesuradamente alto». El fenómeno es bien conocido: siempre salen los candidatos locales y llegan a catedráticos sólo los antiguos asistentes (así se pagan al cabo los años de servicio, como en las fábricas o los bancos).
Estas notas me hacen reflexionar cómo ha pasado lo mismo con el Personal de Administración y Servicios. Las oposiciones como tal, al menos en el campo de las bibliotecas, que es el que yo conozco de primera mano, hace mucho que desaparecieron: la última convocatoria para Ayudantes de Biblioteca (grupo A2) fue en 1991. A partir de ahí, hemos visto cómo las plazas se han ido cubriendo con un examen mínimo y unas consolidaciones de personal sin apenas exigencia. El nuevo personal, llamado por el Inem o mediante bolsas de trabajo, han ido promocionando de una escala a otra o de un puesto a otro, convalidando experiencia por conocimientos.
Pero no para todo el mundo igual: siempre promocionando los favoritos de los jefes, hasta llegar al dislate actual en que el puesto de director de Biblioteca del Servicio de Bibliotecas del Campus de Toledo (Ayudante de Biblioteca n.24 ) se ha heredado sin más. En este caso la experiencia y demás no se han tenido en cuenta para nada ya que esas plazas, que son plazas estructurales de alta dirección y que deberían ser cubiertas por concurso, esas plazas, repito, son de libre designación.
En el caso que nos ocupa, la persona designada actualmente es la que menos antigüedad y la que menos méritos tiene, de todos los posibles candidatos. Está en boca de todo el personal de la universidad, que no entiende por qué todos los demás directores de las diferentes unidades de la Universidad: Secretarias, Unidades de centro, etc. unidades con mucho más personal y funciones, se cubren por concurso…
Muchos me han animado a que lo cuente en algún sitio pues cuando se produce una injusticia de este calibre, se resiente todo el trabajo de la administración, y se resiente la calidad del servicio, que al fin y al cabo es por lo que nos pagan Así que voy a intentar contar en las siguientes entradas cómo se produce esto y por qué ni los sindicatos ni ningún mandamás no sólo no hacen nada por evitarlo, sino que además lo siguen propiciando.
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